martes, 29 de mayo de 2007

Y AHORA, ¿QUIÉN PODRÁ CALENTARNOS?



Tengo frío.

En la tele dicen que porque no llueve y no sé que diablos más la temperatura está más baja que de costumbre.

Tengo más frío. Pero además tuve la posibilidad de comprar un escaldasono alternativo y tengo la suerte de vivir a un minuto de mi trabajo. ¿Y el resto? Me refiero a la gran mayoría.

Resulta que el resto ya se banca horas de Transantiago y ahora tendrán que bancárselo bajo cero. De temer.



Por eso es que por estos días la rabia contra los argentinos se hace sentir más fuerte por acá. Y no es que justifique las siempre folclóricas actitudes chauvinistas de la mayoría de los chilenos, pero tampoco me causa gracia que los vecinos nos corten el gas. Y ya lo cortaron. De hecho.

Y es que si a los políticos ya es difícil creerles, más lo es creerles que de al lado van a volver a abrir la llave si ni siquiera les queda para ellos. Complicado.



Y ahora, ¿quién podrá calentarnos? Vamos ché. Hagamos un trueque y dejémonos de quilombos. Si nos cortan el gas pásennos de vuelta a Luciana Salazar, que ya nos calentó bastante cuando era grito y plata en Chilín. Ahora, que no existe, fijo se empelota al toque y nos sube la temperatura gratis. Por ni uno.

Bueno, si no quieren perder tanta silicona invertida en una sola mujer escupan de vuelta a Rocío Marengo que, aunque menos operada que la Luli, igual nos levanta el termómetro mostrando los calzones como loca por el baile. Hot.

Y si no, viste, mándense el combo completo de argentinas “tipo b”. Total, Amalia, Wanda, Jessica, Facunda o quien sea juntas calientan más que tomarse matecitos por chorreo. No somos exigentes.

De vuelta, si quieren, les mandamos a Marlencita, Julita, Sarita, Cosita y todas nuestras itas pa’ que se entretengan. En una de esas, hasta le ponen los cuernos a otro de los suyos. ¿Les tinca?

No jodan pibes, si somos hermanos. Chócale.

martes, 15 de mayo de 2007

PEDRITO Y EL TRANSANTIAGO



Cuando Pedro me dijo que estuvo a punto de desmayarse porque se empezó a marear y a transpirar helado al mismo tiempo que dos cristianos lo apretaban fuerte mientras echaban garabatos, yo pensé que se refería a una de las tantas tocatas punkies a las que va insistentemente por lo menos una vez a la semana. Él tiene quince y dice que alucina cuando escucha a los Fiskales Ad Hoc.

Pero esta vez no se trató de mohicanos, slams ni chela a destajo. Pedro acompañó a su mamá al doctor la mañana en que al Transantiago se le ocurrió colapsar porque la lata de sardinas marca Metro simplemente no dio más.

Fue extraño. Porque Pedrito se ha mamado varios puñetes en plena dentadura mientras escucha Sex Pistols y lo más suave que se encuentra en los sucuchos under en los que suele carretear es a un grupo de tipos empujándose al ritmo de “I’ wanna be sedated”. Pero ahora estaba como en shock. Impactado.

El lunes catorce un puñado de gente llegó tarde a trabajar. Algunos no llegaron. Otros no pensaron que llorarían por el efecto de las lacrimógenas. Y los demás no imaginaron que serían parte de la protesta más heavy que el Transantiago haya vivido. Pedro y su mamá no llegaron al doctor.

Y es que alguna vez fui de los que creían ciegamente que el plan de transportes estrella de Michelle iba a resultar. Nunca putié a Zamorano. Pero claro, tengo la suerte de no andar en Metro porque pude comprar un auto del noventa. Incluso de eso me siento mal. Aún creo que es una gran idea. Pero ya no tiene tiempo. Y Pedro aún está shockeado.

Sin micros vacías echando humo negro la ciudad estaría más limpia. Hoy el aire es irrespirable y las farmacias volvieron a vender mascarillas. Ordenando los recorridos y los horarios nos íbamos a sentir más civilizados. Ahora la gente se agarra a combos mientras intenta colgarse del peldaño de una micro o mientras mira el semaforito kitsch que pusieron en la estación Las Rejas. Yo creo que Pedro se asustó porque le tiene miedo a los desmayos (sobretodo si está sobrio).

Quizá lo que ni Michelle ni René quieren ver es que el Transantiago es un paso necesario. Que algún día había que hacerlo. Que la raja cuando resulte. Pero que está saliendo muy caro. Demasiado.

Porque cuando el santiaguino tenga que levantarse a las tres de la mañana para quedar primero en la fila de las cinco, ya va a ser tarde. Y Pedrito se va a enojar.