GRACIAS POR TU VIDA GABRIEL
Hoy, domingo 20 de enero, desperté hace 2 horas, cerca de las 7 AM.
Desperté de la peor forma que pudo ser. Gabriel Lara, el Bombero, el amigo, el
potoco, ya está descansando.
Tengo pena. Y me imagino que este debe ser el sentimiento generalizado entre todos quienes lo conocimos. Pero una calma me invade. La calma de saber que Gabriel murió de la forma más Honorable que un Bombero pueda imaginar.
Lo abrazó el fuego en su lucha por salvar otras vidas. Y estoy seguro que en esa conversación cara a cara que Gabriel tuvo con las llamas, él no tuvo miedo. Estoy seguro que con lo fuerte que era Gabriel lo miró de frente y nunca se achicó. Estoy seguro que Gabriel le tocó la oreja, le sacó la lengua a las llamas y les escupió diciéndoles que con él no iban a poder. Y no pudieron.
Ni las llamas ni el fuego pudieron contra lo grande que era Gabriel en este mundo y lo inmenso que va a ser su recuerdo entre nosotros. ¿Porque le digo algo Señor Fuego? Usted no pudo con Gabriel. Lo quiso quemar entero y llevárselo. Pero el guatón no lo dejó. Estuvo una semana más entre nosotros. Y si se fue es porque Dios lo necesita allá arriba. Donde sólo los Bomberos más valientes pueden estar. Desde donde sólo la gente buena, como Gabriel, se pueden transformar en eternos ángeles.
Guatón. Potoco. Nunca lo conversamos. Ni siquiera hace un mes cuando me acompañaste a comprar el auto. Recuerdo tu cara y sé que nunca te hubieras imaginado que todo un país estaría pendiente de ti. Entregándote fuerzas a través de la oración para que te quedaras acá. ¿Pero sabes? No podemos ser egoístas. Yo estoy seguro que el de Arriba te necesita más que nosotros. Y estoy seguro que desde el cielo nos vas a cuidar a todos quienes te quisimos.
Gracias por permitirme conocerte. Gracias porque sin tener porqué, pasaste días enteros ayudándome a vender y comprar el bólido. Gracias por considerarme también un cercano a ti.
Gracias por tu vida Gabriel.